jueves, 22 de agosto de 2019

DIA MUNDIAL DEL FOLCLORE 2019: EL SABER DE UN PUEBLO



En el recuerdo: Cosquin en aquel enero de 1961. También la perdurable tradición de las ilustraciones de Molina Campos.


La Unesco declaró el 22 de agosto como el Día Mundial del Folklore, fecha elegida en recuerdo de aquel 22 de agosto de 1846, cuando el arqueólogo británico William G. Thorns publicó en la revista londinense ‘Atheneum’ una carta en la que utilizó por primera vez el término ‘folklore’, registró AIM.


La palabra “folklore” etimológicamente deriva de “folk” (pueblo, gente, raza) y de “lore” (saber, ciencia) y se designa con ella el “saber popular”.
En Argentina, esta fecha coincide con el aniversario del nacimiento de Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917), considerado como el ‘padre de la ciencia folklórica’.
El folklore es la expresión de un pueblo que abarca las tradiciones, leyendas, costumbres, música, danza, entre otras manifestaciones. Es el folklore una de las particularidades que permiten distinguir una cultura de otra.
Asimismo, en 1887 el folklorista inglés Houme, uno de los fundadores de la “Folklore Society”, definió al folkore como ‘la ciencia que se ocupa de la supervivencia de las creencias y de las costumbres arcaicas en los tiempos modernos’.
Es una ciencia que trata las manifestaciones o bienes culturales, ya sea de su vida material y espiritual (costumbres, vestidos, danzas, música, creencias, mitos, etc.) del pueblo, que en él se han arraigado y que han sobrevivido por varias generaciones a la época cultural a la que pertenecen.

¿Cuando un hecho es considerado folklórico?

Colectivo: Porque deja de ser creación personal al ser incorporado al patrimonio tradicional.

Popular: porque ha sido asimilado por el pueblo (folk).

Empírico: porque se transmite sin que medie una enseñanza escrita o teórica, sino práctica, gestual, a través del ejemplo.

Oral: porque la transmisión se hace oralmente, por experiencia directa de un individuo a otro, de una a otra generación.

Funcional: porque el pueblo solo adopta el hecho folklórico si se identifica con su idiosincrasia, descartando lo que no llene una función en la vida de la comunidad. Anónimo: porque se desconoce el nombre del autor o autores, que la obra del tiempo ha borrado y se considera como herencia común.

Regional: porque la naturaleza circundante influye en lo folklórico y le da un matiz local, aunque luego se difunda en toda una región, a varias o aún sea adoptado por todo el país.

El folklore en la actualidad se divide en dos modalidades:

Folklore vivo: es aquel que se conserva aún y se practica espontáneamente en la población sin mediar la acción de profesores y escuelas de danzas. Ejemplo: Gato, Chacarera, Zamba, Cueca y muy pocas más.

Folklore extinto: es aquel que no se practica naturalmente, cayeron en desuso, no en el olvido, y constituyen elementos que la obra de los cultores de la tradición trata de revivir.

Historia de la música folclórica de Argentina

La música folklórica de Argentina tiene una historia centenaria que encuentra sus raíces en las culturas indígenas originarias. Tres grandes acontecimientos histórico-culturales la fueron moldeando: la colonización española (siglos XVI-XVIII), la inmigración europea (1850-1930), la migración interna (1930-1980).
Aunque estrictamente «folklore» sólo es aquella expresión cultural que reúne los requisitos de ser anónima, popular y tradicional, en Argentina se conoce como «folklore» o «música folklórica» a la música popular de autor conocido, inspirada en ritmos y estilos característicos de las culturas provinciales, mayormente de raíces indígenas y afro-hispano colonial. Técnicamente, la denominación adecuada es música de proyección folklórica de Argentina.
En Argentina, la música de proyección folklórica, comenzó a adquirir popularidad en los años treinta y cuarenta, en coincidencia con una gran ola de migración interna del campo a la ciudad y de las provincias a Buenos Aires, para instalarse en los años cincuenta, con el «boom del folklore», como género principal de la música popular nacional junto al tango.
En los años sesenta y setenta se expandió la popularidad del «folclore» argentino y se vinculó a otras expresiones similares de América Latina, de la mano de diversos movimientos de renovación musical y lírica, y la aparición de grandes festivales del género, en particular del Festival Nacional de Folclore de Cosquín, uno de los más importantes del mundo en ese campo.
Luego de ser seriamente afectado por la represión cultural impuesta por la dictadura instalada entre 1976-1983, la música folklórica resurgió a partir de la Guerra de las Malvinas de 1982, aunque con expresiones más relacionadas con otros géneros de la música popular argentina y latinoamericana, como el tango, el llamado «rock nacional», la balada romántica latinoamericana, el cuarteto y la cumbia.
La evolución histórica fue conformando cuatro grandes regiones en la música folclórica argentina: la cordobesa-noroeste, la cuyana, la litoraleña y la surera pampeano-patagónica, a su vez influenciadas por, e influyentes en, las culturas musicales de los países fronterizos: Bolivia, sur de Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Atahualpa Yupanqui es unánimemente considerado como el artista más importante de la historia de la música folclórica de la Argentina.

Principales intérpretes de Folklore argentino

Andrés Chazarreta y Atahualpa Yupanqui son considerados los padres del folklore nacional, al haber sido los primeros en sistematizar el rescate de las músicas, las danzas y las voces populares de la Argentina…

El poeta salteño Jaime Dávalos, por su parte, ayudó a enriquecer al folklore con su pluma exquisita.

El cantautor Hernán Figueroa Reyes fue una de las figuras más importantes del “boom” de la música folklórica, que explotó en la década del sesenta y cuyos mayores representantes fueron Mercedes Sosa y Ariel Ramírez, quienes incluyeron en sus repertorios temas característicos de todas las regiones del país y se convirtieron en verdaderos embajadores del folklore autóctono.

Eduardo Falú, Horacio Guarany, José Larralde, el Cuchi Leguizamón, el Chango Rodríguez, Jaime Torres, Los Hermanos Carbajal, el Chaqueño Palavecino, Teresa Parodi y el Chango Spasiuk son otros nombres fundamentales de la música folklórica de ayer y de hoy.

Por otra parte, también los conjuntos folklóricos también tuvieron su auge, principalmente en los sesenta y los setenta, cuando brillaron Los Arroyeños, Los Calchakis, Los Cantores del Alba, Los Chalchaleros, Los Hermanos Ábalos, Los Fronterizos, el Dúo Coplanacu, Las Voces Blancas y el Cuarteto Zupay, entre muchísimos otros.

En esos tiempos, era difícil ver a un joven con una guitarra que no supiera tocar una zamba. Con los años fue decayendo el interés de los jóvenes por el folklore nacional.

Hasta hace poco tiempo, cuando ya entrados los noventa, una joven demostró a todos que el folklore no es asunto de ancianos: Soledad Pastorutti logró despertar el interés de grandes y chicos por la música folklórica, provocando un nuevo impulso de la música de raíces autóctonas, al que también se sumaron Luciano Pereyra, Abel Pintos y el grupo Los Nocheros.

Más datos

El Primer Congreso Internacional de Folklore se realizó en la ciudad de Buenos Aires en 1960. A dicho evento, presidido por el argentino Augusto Raúl Cortazar, asistieron representantes de 30 países que instauraron el 22 de agosto como Día del Folklore.

El emblema que representa a los folkloristas argentinos – elegido por el Primer Congreso Nacional del Folklore en 1948 – es el árbol, porque el folklore también hunde sus raíces en la tradición, sus ramas representan el pensamiento, el sentido y la imaginación por un lado y la obra de las manos, es decir la creatividad artesanal por el otro. Las escasas hojas representan la juventud primaveral de la ciencia. Las palomas, la unión de lo material con lo espiritual en la amplitud del folklore.

Qué y cómo el pueblo piensa, siente, imagina y obra.

miércoles, 10 de julio de 2019

EL 9 DE JULIO DE 1816 EN 2019 - LA INDEPENDENCIA



BIOGRAFIA DE LA CASA DE TUCUMAN
Un símbolo de voluntad a favor
de la libertad y de nuestra Patria


Hacia fines del S. XVII, el alcalde Diego Bazán y Figueroa había construído su vivienda en el terreno que hoy ocupa la Casa de la Independencia, según lo atestigua su testamento de 1695. En 1765 la Casa pasó a ser propiedad de Doña Francisca Bazán, esposa de Miguel Laguna, que la recibió de sus padres como dote. Ella, a riesgo de su vida, la cedió para que en ella se realizara el Congreso que finalmente declararía la Independencia de nuestro país.

El frente de la casa, con sus características columnas torsas, debió ser construido por los Laguna y Bazán, ya que este tipo de ornamentación aparece en el Norte a fines del Siglo XVIII.En 1816, ante la necesidad de contar con un local para las sesiones del Congreso que se reuniría en Tucumán, se optó por la Casa de Doña Francisca Bazán de Laguna. El Presidente Nicolás Avellaneda, de origen tucumano, emitió un decreto del Poder Ejecutivo  Nacional para la compra de la casa por el Estado, con la expresa recomendación de que se conservara el "antiguo y venerable salón".

La Casa estaba en muy mal estado entonces el Gobierno decidió demoler el auténtico frente y "las habitaciones del ala derecha del primer patio", dejando intacto el Salón de la Jura, separado de las nuevas oficinas del Juzgado y Correo, que ocuparon el costado izquierdo y el frente. El Ingeniero Stavelius dirigió los trabajos, dando a la casa una fachada "Neoclásica" con un entablamiento y un gran frontis, cuyo arranque estaba flanqueado por "dos leones acostados", como lo describe el Arq. Mario Buschiazzo.

En 1880, la Casa se encontraba en estado lamentable, con excepción de la nueva fachada. Hasta el techo del Salón de la Jura amenazaba derrumbarse. En 1881 se logró que el Correo restaurase y engalanase, aunque modestamente, el histórico salón. En aquella época, se colocaban para las fiestas patrias los retratos de dieciocho de los Congresales, realizados por Augusto Ballerini (1887) y adquiridos por el Gobierno Nacional. Cuando pasaban los festejos, estos eran llevados a la Biblioteca Sarmiento donde eran conservados y custodiados.

En 1896, debido al mal estado de las habitaciones la Casa quedó totalmente abandonada. En 1902 el deterioro de la casa había avanzado. Doña Guillermina Leston de Guzmán -dama tucumana famosa por sus obras de beneficencia- solicitó al entonces Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación, Emilio Civit, de paso en Tucumán, que evitara la destrucción de la Casa. Su solicitud fue escuchada, y el Presidente Julio A. Roca, aprobó el proyecto de construcción de un templete que protegiese únicamente el Salón de la Jura, demoliéndose el resto de la propiedad. Recordemos que fue el Presidente Nicolás Avellaneda, tucumano como Roca, quien hizo que el Gobierno Nacional adquiriera la Casa en 1874 con la expresa recomendación de que se conservara el "antiguo y venerable salón".

Para ornamentar "El Templete", el Presidente Roca encargó a la escultura tucumana Lola Mora la confección de 

los bajorrelieves que representan 'El 25 de Mayo de 1810' y 'La Declaración de la Independencia'. El 'Templete' fue inaugurado el 24 de septiembre de 1904.En 1916, Centenario de la Independencia, el Gobernador Ernesto Padilla promulgó una Ley que determinaba la expropiación del terreno colindante con la Casa, hacia calle 9 de julio, actual patio de homenajes y donde se encuentran los bajorrelieves de Lola Mora.

En el interior del Templete se encontraba el Salón de la Jura de la Independencia, que habitualmente se engalanaba para las fiestas tucumanas, como la celebración de San Miguel. En 1940 comenzó a gestarse la idea de reconstruir íntegramente la Casa de la Independencia. Por un proyecto de Ley presentado por el Diputado Nacional por Tucumán, Ramón Paz Posse, se aprobó la obra.En 1941 se declara a la Casa Monumento Histórico Nacional. El Doctor Ricardo Levene, Presidente de la Comisión Nacional de Museos, 

Monumentos y Lugares Históricos fue uno de los entusiastas propulsores de la reconstrucción. La tarea de la reconstrucción fue encomendada al célebre arquitecto Mario J. Buschiazzo, el que realizó lo que se denomina "arqueología colonial" y en base a los antiguos planos, inició excavaciones de sondeo en busca de los antiguos cimientos. Estos aparecieron en el lugar donde lo había indicado. Buschiazzo consiguió elementos arquitectónicos originales del S. XVIII para la reconstrucción de la Casa. En el año 1986 el Distrito Noroeste elaboró un proyecto de restauración integral de las cubiertas, que se desarrolló en dos etapas. La primera en 1986, abarcó tres salas y sectores de galerías. La segunda etapa, en 1993, incluyó el resto de la Casa, mereciendo especial atención la restauración de la cubierta del salón histórico, único sector de la Casa original.


miércoles, 13 de febrero de 2019

198 AÑOS DE CABALLITO (CABA) - INVITACION DE LA COMUNA 6


SE FESTEJARA otro Aniversario del Barrio de Caballito, con una gran fiesta familiar en EL PATIO DE LOS LECHEROS, el viernes 15 del corriente a partir de las 19 horas. El mismo está ubicado en Av. Donato Alvarez 175. Y SE TRATA, ADEMAS, DEL ACTO ORGANIZADO POR LA COMUNA 6 EN REAPRESENTACION OFICIAL DEL ACTUAL GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. (Hacemos esta breve aclaración porque año tras año -algunos vecinos, con su insistencia en profundizar la remanida "grieta", siguen organizando "actos paralelos" creando confusión y divisiones estériles en su enfermizo afan de protagonismo).