Pero también hubo cosas que….
... nos animaron, nos dieron aliento. Esos días de triunfos y los de derrotas. De alegrías y de tristezas, como suele ser la vida de cualquiera. Así fueron los días olímpicos, como en el pasado en este Londres 2012. La vida cotidiana en el barrio siguió su curso. Mucha gente en sus casas y en los bares, siguió esos días de triunfos y otros de derrotas predecibles. Nada cambia, es evidente, con estos mega-eventos globales. Solo en lo interior de cada uno…, en especial cuando alguien entiende el verdadero sentido de lo que significan las palabras “juegos”, “olímpicos” y sobre todo competencia. En la conjunción de ellas, estas palabras esconden una clave poderosa: lo importante es competir, no ganar. Así lo creían los antiguos, los modernos de antes y muy poco los actuales (nosotros), que aplastados en un derrotismo que nos devora, pocas veces vamos a lo esencial de las cosas.
Pero una cosa es más cierta que otras… la belleza humana (cada uno la mira desde sí mismo y a su gusto), objeto del humanismo que debe regir nuestra mirada cultural, brillo en plenitud por todos lados. Por suerte hubo tanta “belleza humana” como para resarcirnos; como para olvidarnos por unos días (como en las vacaciones), de las miserias de la condición humana y sus otras cosas oscuras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario